lunes, 20 de septiembre de 2010

Formación Integral, Humana y Religiosa

La Formación Integral, Humana y Religiosa tiene como función proprocionar a los/as alumnos/as del nivel los fundamentos de un desarrollo e integración armónica de la persona en las dimensiones humana, social y esperitual, fundamentada en el mensaje y los valores cristianos.

Fuente: Nivel Básico.

1 comentario:

  1. Damary Marierni, Carlos y Ercida12 de octubre de 2010, 16:32

    El critianismo se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Representa la culminación de los dinamismos que Dios puso en la creación y, especialmente, en el hombre. Estos dinamismos fundan un cristianismo antes de Cristo y fuera de la profesión de fe explícita en Jesucristo. Cristiano no es simplemente quien profesa con los labios a Cristo, sino quien, hoy como ayer, vive la estructura y el comportamiento que Cristo vivió: amor, perdón, respeto, solidaridad, etc. Las Religiones que lo enseñan y lo viven son formas concretas que el cristianismo universal puede asumir. La Iglesia católica se presenta institucionalmente como la mejor articulación histórica del cristianismo. Mientras los hombres y el mundo no hayan alcanzado la plenitud en Dios, Cristo continúa esperando y teniendo un futuro.
    Cuando el hombre busca la justicia, la solidaridad, la reconciliación y el perdón, se da el verdadero cristianismo y emerge, dentro de la historia humana, la estructura crítica.
    Jesús de Nazaret fue el ser humano que logró llegar a la meta de la hominización. Porque estuvo tan abierto a Dios hasta ser totalmente colmado por él, que debe ser llamado Dios encarnado. Cuando el hombre llega a tal comunión con Dios, formando con él una unidad sin confusión, sin división y sin mutación, entonces alcanza su punto máximo de hominización. Cuando esto se verifica, Dios se humaniza, el hombre se diviniza y surge en la historia Jesucristo. Por tanto, el hombre se supera infinitamente no por la aniquilación de su ser, sino por la completa realización de la ilimitada capacidad de comunión con Dios de que está dotada su naturaleza.
    El cristianismo se concreta en el mundo siempre que los hombres, a semejanza de Cristo, se abren a la totalidad de la realidad y especialmente al supremo e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, donde tenemos origen hacia el que caminamos.

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